sábado, 27 de septiembre de 2014

El Buscador de la Verdad

Si dedicamos nuestras vidas, por
ejemplo, a mejorar el bienestar de todas las personas con las que entramos
en contacto, nuestras vidas nunca pierden significado. Si el propósito de la
vida, en cambio, es el del éxito económico, ¿qué sucede cuando lo
alcanzamos? Esta es una de las causas primordiales de la depresión en los
hombres y mujeres de mediana edad.
El desencanto de la vacuidad viene al no haber logrado alinear
nuestras vidas con los principios de los que emana el poder. Un buen
ejemplo ilustrativo de este fenómeno puede verse en las vidas de los grandes
músicos, compositores y conductores de nuestra época. ¡Con qué frecuencia
ellos seguían sus carreras productivas hasta los 80 ó 90 años de edad, a
menudo tenían hijos y vivían activamente hasta una edad madura!1 Sus
vidas fueron dedicadas a la creación y a la encarnación de la belleza, la cual
incorpora y expresa un poder enorme.

Para nuestro propósito, solamente es necesario reconocer que el
poder es lo que nos fortalece, mientras que la fuerza nos debilita. El amor, la
compasión y el perdón, los cuales pueden haber sido considerados
erróneamente por algunos como sumisos, son de hecho, profundamente
poderosos. La venganza, la crítica, y la censura, por otro lado, nos debilitan inevitablemente.

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